aún en las cercanías de un adiós estás
aún, reservado en el estado de abandono
cuando todo es palabra y no más abrazo
analfabeta de corazón la llamaste de noche
entre el ruido sordo de un éxtasis infecundo,
dulcemente intencionada mas desde el residuo amargo,
ella, que se hizo cándida y diáfana como de vidrio
y como el frágil vidrio, sabes que roto, corta
así ahora me recluyo en la casa de los desastres
y ésta adopto como patria y escuela de mi corazón
que, tras heridas de vidrio, balbucea casi en carne propia.
[trad. di Pedro Medina, in “Hache”, n. 2, marzo 2005, p. 91]